martes, 14 de junio de 2016

Pelayo Díaz - INDOMABLE









El pasado día 11 de junio, hace tan solo tres días, fue el más especial de toda mi vida. ¿Por qué? Pues por, nada más y nada menos que, Pelayo Díaz, mi ídolo, mi referente. Nunca creí que lo acabaría conociendo.
Me desperté sobre las once y corrí como un descosido a desayunar, asearme, vestirme y salir corriendo hacía la estación para viajar hasta Barcelona (yo soy de Terrassa). No sabría decir si fue suerte o no que no hubiera huelga, pero la verdad es, que viendo a que hora pasaba, o bien se retrasó unos minutos que se adelantó. Llegué sobre la una y cuarto de la tarde. Lo primero que hice tras apearme en Plaza Cataluña, obviamente, encontrar el lugar donde se daba el evento. Suerte del punto de información, que si no... yo ya me iba por el camino que no era.
Al final lo encontré y no estaba muy lejos de la estación. Lo primero que hice tras llegar a La Casa Del Libro de Rambla Cataluña, fue preguntar. Y suerte de eso. La chica que me atendió me dijo que había que pedir número. Hala, que bien montado lo tenían. Además fui de los 50 primeros, tuve el número 47. Inspeccioné un poco el establecimiento, ya que nunca lo había visitado y me encantó: era un lugar enorme, con un montón de libros, cómics, hasta sillones donde sentarte a leer como si fuera una biblioteca. Seguí hasta el final donde vi una sala con sillas. Me fijé bien y vi que era el lugar donde tendría lugar el evento. Eran las dos de la tarde y la firma empezaba a las seis.
No fue una tarde aburrida, charlé mucho con la gente que se sentaba a mi lado y la que tenía a mi alrededor. Me impresionó ver que estaba todo distribuido como una rueda de prensa. Reconozco que hubo un momento que los minutos pasaban lentamente. Pero, al final llegó el gran momento.
A eso de las cuatro y media, cinco de la tarde, prepararon más cosas: na cinta negra, un foco -que hace que se me vea aun más calvo, pero me da igual-. La editora del libro Indomable nos dijo unas palabras de como se haría todo y todos los Pelayers estuvimos de acuerdo.  La cosa iba a sí: Pelayo vendría, nos diría algunas palabras y comenzaría la firma; nos irían llamando de diez en diez.
Y por fin llegó. Solo unos minutos tarde, pero los justos. Aunque yo hubiera esperado eternamente, eso sí. Nos comentó como se sentía al volver a una ciudad que fue suya durante un tiempo. Al parecer, y eso se sabe gracias a su libro, que estuvo un tiempo viviendo en Barcelona y se había recorrido cada rincón. También nos dio las gracias por venir y por apoyarle y comenzó la firma. 
Fue muy generoso al levantarse de su silla para firmarle el libro a las personas que no podían ir hacía donde estaba él. Había algunas personas que iban en silla de ruedas o con una pierna escayolada. Si es que es un amor, un ángel caído del cielo, aunque haya personas que no se lo crean. 
Cuando por fin anunciaron los de los números del cuarenta hasta el cincuenta, me levanté con muchos nervios. Me puse en la cola que se formaba en la mesa donde Pelayo estaba sentado firmando y, como no, por orden numérico.
¡Dios! Por fin me tocó. Le puse el libro en sus manos, donde había un sobre con varios regalos dentro que le di. En el sobre había: una carta dentro de otro sobre más pequeño y decorado para hacerlo más vistoso, un relato que describía ese momento exacto, pero claro todo invención, un dibujo donde salía él al estilo manga junto a sus compañeras de Cámbiame y, a saber por qué, un cedé con unas cuantas canciones de un grupo jpop que me gusta.
No tenía mucho tiempo para ver ninguno allí mismo, la cosa tenía que ir rápida. Me dio las gracias por el regalo, me firmó su libro con todo su corazón, me lo devolvió, le di un beso en la mejilla y... tristeza.
Mientras caminaba de nuevo hasta la estación, me embargó una gran tristeza. quería que aquel momento no terminase nunca. Pero así es la vida. Se dice que lo que es bueno lo es dos veces. A ver si es verdad.
Eso sí, también me iba contento por haber podido conocerle y llevarme un pedacito de su bellísima alma.
Hay que reconocerlo, Pelayo Díaz es un muchacho agradable, dulce, generoso y muy amable, con una gran y hermosa sonrisa en el rostro que hace que el mundo de cualquiera se ilumine y te entren ganas de comerte el mundo. Así que... ahí estoy yo: queriendo luchar por mis ideales y siempre con buen corazón y sin hacer daño a nadie, para conseguir mis metas. Y... ¿quién sabe? a lo mejor, algún día lo consigo y Pelayo se vuelve a cruzar en mi camino.

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