Capítulo 1
Todo comenzó de forma tranquila. Fue un sábado de buena mañana que me desperté, miré el reloj y, para colmo, no había sonado la alarma del móvil. Así que me levanté a toda pastilla, me vestí y salí corriendo hasta la estación próxima a mi casa, donde mis amigos, Karen y Millo me esperaban. Por el camino, casi me atraganto con las tostadas.
Karen era una chica guapa de largos cabellos rubios y rizados, ojos azules, nariz pequeña y boca grande. Por su parte, Millo era poco atractivo, pero tenía algo que le hacía ser interesante, de ojos caídos y negros, nariz patricia y labios finos. Aquel día llevaba el cabello negro sin peinar, con puntas sobresaliendo por todos lados. Iban disfrazados, mas aquel día íbamos al prestigioso Salón del Manga de Barcelona. Aquel evento se hacía, antiguamente, en Hospitalet de Llobregat, pero, desde que asistía más gente, se cambió a la Fira de Barcelona. Millo iba con un cosplay un tanto cutre de Calimero, cosa que no entendía por qué aquel disfraz si Calimero no tenía nada que ver con el manga, pero bueno; y Karen iba vestida de Sailor Moon, de forma muy lograda.
Obviamente, me reprendieron:
-¡¡Llegas tarde, Manu!!
-¡Suerte que dijimos a las ocho que sino... !
-Lo siento, la alarma no sonó -comencé yo.
-Excusas de mal pagador -arguyó Millo.
Esperamos a que llegara el tren, que no tardó mucho en aparecer. Nos subimos, pillamos asientos, Millo de espalda porque sino se marea, y pasamos el rato charlando. Cuando llegamos a nuestro destino, no nos fue difícil encontrar el punto de venta de entradas, en el cual, ya había una cola considerable. Algunos, unos disfrazados y otros no, ya iban tirando porque ya tenían las entradas compradas con antelación. Para el próximo años haré lo mismo.
Tardamos una media hora larga en conseguir nuestras entradas, pero ahora venía otra cola, la de la entrada. Y las puertas no habrían hasta las diez. Por suerte, faltaba poco para la hora.
Una vez tocadas las diez, la cola comenzó a moverse de forma lenta, pero progresivamente. Allí vimos a gente con diferentes disfraces: habían muchos disfrazados de Son Goku, unos pocos de Naruto, otros de Detective Conan, algunas Sailor Moon más, de Pichi Pichi Pitch, Ranma, Tokyo Ghoul, entre otros. Los más destacables era una pareja vestida como los protagonistas de la película Matrix. Y una chica vestida como Sesshomaru, el medio hermano de Inuyasha; lo único la especie de fular peludo que lleva en un hombro, pero por lo demás era perfecto.
Y llegó nuestro turno. le dimos a la persona encargada nuestras entradas, le rompió un trozo, nos devolvió el resto -que guardamos de recuerdo-, nos puso un sello muy cuco en la mano y entramos sin más. Mucha gente iba y venía de aquí para allí mirando todo lo posible. Se hacía bastante difícil el poder mirar los expositores de las paraditas montadas con mangas, deuvedés, figuras de acción, camisetas... Pero el ambiente, aunque cargado, era espectacular. De fondo se oía el rumor de la gente paseando y mirando. Otros se paraban a petición de la gente para hacerse fotos con ellos.
Karen, Millo y yo compramos algunas cosas y guardamos dinero para más adelante. Antes de la comida, se inició el concurso de karaoke donde los participantes deben cantar las míticas canciones de sus series preferidas en versión original japones y, el ganador se lleva un premio, el cual no aprecié con claridad para poder saber que era. Para la comida salimos al fresco de la calle, o más calor según se mire, era finales de octubre y principios de noviembre e íbamos en manga corta, buscamos un bar donde también servían platos combinados y comimos animadamente enseñándonos nuestras compras.
Volvimos con la barriga llena de comida y de bebida con ganas de más. En una de las paradas vimos un letrero que, a las siete de la tarde, un autor desconocido firmaría autógrafos. Dimos varias vueltas y, encontramos una sala donde había como una especie de conferencia de prensa y, varias personas estaban sentadas en sillas de plástico frente a gente conocida por el mundo del doblaje. Allí estaban las actrices Isabell Valls, conocida por haber sido la voz de Bella Swan de la saga Crepúsculo y haber sido la voz en varios animes, entre los que destacan el re doblaje de Detective Conan en castellano y las películas de Sakura, la cazadora de cartas; Nuria Trifoll, la voz de Ran Mouri y Ranma chica en catalán y los actores Claudi Domingo y Aleix Estadella, las voces catalanas de Miroku e Inuyasha respectivamente. La gente les preguntaba y ellos contestaban con sinceridad lo que les parecían sus personajes a los que prestan voz, si les gusta y que no les gusta de ellos.
Dimos con otra sala donde había una película ya empezada. No tenía mala pinta, pero no llegué a saber su nombre. no nos quedamos mucho y volvimos a mirar en los expositores algunas cosillas más para ir matando el tiempo. Cuando lo vimos oportuno, nos pusimos a hacer cola preguntándonos quien podría ser el artista invitado de aquel año. Yo esperaba que fuera una de mis mangakas preferidas: Arina Tanemura, especialista en manga Shoujo -cómic para chicas- con un estilo muy definido y difícil de captar o copiar para cualquier mente humana. De hecho, las dos historias suyas que tiene anime, los diseños no son muy logrados al original de Tanemura y, las historias de relleno o cambiadas dejan mucho que desear.
Cuando ya estábamos cerca...
-¡Manu, Manu, mira! -chilló Karen- Es tu amiga, la chica aquella que se fue a Japón.
Y miré a ver.
Karen tenía razón. Mireia estaba allí sentada firmando ilustraciones a todas las personas que iban a verla. Ella era la artista invitada. Estaba preciosa, con su cabellera pelirroja y ondulada, como siempre, sus labios rojos y sus ojos azules. Mireia se fue a Japón a probar suerte y, tenía entendido que había conseguido vivir del manga, aunque no sabía si habían llegado a España sus cómics. Dibujaba muy bien.
Cuando llegó, por fin, nuestro turno, Mireia se levantó de la silla y nos abrazó a cada uno de los tres por separado; el mío fue el más largo.
-¿Cómo estáis? -preguntó con aquella vocecilla dulce tan suya.
-Muy bien, aunque te echamos todos de menos -le respondí.
La pobre se echó a llorar.
-Yo también os echo mucho de menos. En cuanto pueda, me vuelvo a España.
Y continuamos hablando después de que nos firmara su precioso dibujo de un ángel. La gente pasaba a nuestro lado mirando con interés el que conozcamos a la famosa en cuestión y, algunos nos preguntaban. Karen estaba en su sitio, le encantaba ser el centro de atención: Millo, por su parte, estaba de lo más patoso. Y... con una triste despedida, el día terminó.
Karen, Millo y yo volvimos en casa en tren. Cuando llegamos a la estación, cada uno tiró hacía su propio hogar. Una vez allí, guardé mis nuevas pertenencias en las estanterías, guardé como oro en paño, la ilustración de Mireia, me puse el pijama y me metí en la cama.
A la mañana siguiente, me despertó el móvil. Una llamada, de Karen. ¿Qué querrá ahora?
-¡¿Se puede saber dónde estás?! -comenzó antes de que pudiera decir <<¿Diga?>>- ¡Llevamos una hora esperándote en la estación, merluzo!
¿Cómo que una hora esperando en la estación? ¿Para qué? No habíamos dicho de volver hoy al Salón del Manga. No entendía nada. Karen colgó. Me desperecé en la cama, me levanté soñoliento, fui al baño y me di una ducha rápida. Cuando salí, solo me dio tiempo a ponerme la toalla alrededor de la cintura y corrí, con cuidado de no resbalarme, al interfono; alguien llamaba desesperadamente.
-¿Quién es? -pregunté molesto.
Pero no contestó nadie. Alguien ya había entrado, así que colgué el telefonillo y, cuando viré sobre mis talones, aporrearon a la puerta. Cuando la abrí, descubrí la cara enfadada de Karen con su uniforme de guerrera de la luna y millo con entrecejo fruncido y su cutre disfraz de Calimero.
-¿Qué hacéis así vestidos? ¿Qué os habéis metido así en la cama?
-Muy gracioso -comentó Millo con su voz despreocupada-. Suerte que dijimos a las ocho que si no...
Esa frase me sonaba de algo. ¿No fue la que usó él mismo ayer por la mañana en la estación cuando llegué tarde?
-¡¡¡Exacto, a las ocho, DIJIMOS A LAS OCHO!!! -estalló Karen.
-¿A las ocho para qué? -comencé yo- ¿Es qué habíamos quedado con alguien? ¿Con Mireia tal vez?
Ambos se extrañaron de que dijera aquel nombre. A mi no me lo parecía tanto, ayer por la tarde estuvimos con ella en su firma especial del evento del día.
-No sé que tiene que ver ella en esto, pero hoy es el día del Salón del manga y dijimos que iríamos -arguyó Karen de mal talante-. Así que déjate de tonterías, vístete y andando.
Ahora si que estaba desconcertado. Aquello no tenía sentido, ni pies ni cabeza. ¿Cómo que hoy es el día? Pero, si fue ayer? Me estaban tomando el pelo, eso seguro.
-Basta de bromas chicos -les dije-. Fue ayer cuando fuimos y Mireia era la famosa invitada de este año.
Los dos me miraron con cara de preocupación. Fue Millo quien cogió mi móvil, me lo entregó y dijo:
-Mira la fecha de hoy.
Le hice caso. Abrí el calendario y me quedé atónito. Aquello no podía ser. Según el calendario, hoy era sábado 30 de octubre. Pero si aquello fue ayer, estaba completamente seguro. Entonces, ¿qué pasaba allí realmente?
Y llegó nuestro turno. le dimos a la persona encargada nuestras entradas, le rompió un trozo, nos devolvió el resto -que guardamos de recuerdo-, nos puso un sello muy cuco en la mano y entramos sin más. Mucha gente iba y venía de aquí para allí mirando todo lo posible. Se hacía bastante difícil el poder mirar los expositores de las paraditas montadas con mangas, deuvedés, figuras de acción, camisetas... Pero el ambiente, aunque cargado, era espectacular. De fondo se oía el rumor de la gente paseando y mirando. Otros se paraban a petición de la gente para hacerse fotos con ellos.
Karen, Millo y yo compramos algunas cosas y guardamos dinero para más adelante. Antes de la comida, se inició el concurso de karaoke donde los participantes deben cantar las míticas canciones de sus series preferidas en versión original japones y, el ganador se lleva un premio, el cual no aprecié con claridad para poder saber que era. Para la comida salimos al fresco de la calle, o más calor según se mire, era finales de octubre y principios de noviembre e íbamos en manga corta, buscamos un bar donde también servían platos combinados y comimos animadamente enseñándonos nuestras compras.
Volvimos con la barriga llena de comida y de bebida con ganas de más. En una de las paradas vimos un letrero que, a las siete de la tarde, un autor desconocido firmaría autógrafos. Dimos varias vueltas y, encontramos una sala donde había como una especie de conferencia de prensa y, varias personas estaban sentadas en sillas de plástico frente a gente conocida por el mundo del doblaje. Allí estaban las actrices Isabell Valls, conocida por haber sido la voz de Bella Swan de la saga Crepúsculo y haber sido la voz en varios animes, entre los que destacan el re doblaje de Detective Conan en castellano y las películas de Sakura, la cazadora de cartas; Nuria Trifoll, la voz de Ran Mouri y Ranma chica en catalán y los actores Claudi Domingo y Aleix Estadella, las voces catalanas de Miroku e Inuyasha respectivamente. La gente les preguntaba y ellos contestaban con sinceridad lo que les parecían sus personajes a los que prestan voz, si les gusta y que no les gusta de ellos.
Dimos con otra sala donde había una película ya empezada. No tenía mala pinta, pero no llegué a saber su nombre. no nos quedamos mucho y volvimos a mirar en los expositores algunas cosillas más para ir matando el tiempo. Cuando lo vimos oportuno, nos pusimos a hacer cola preguntándonos quien podría ser el artista invitado de aquel año. Yo esperaba que fuera una de mis mangakas preferidas: Arina Tanemura, especialista en manga Shoujo -cómic para chicas- con un estilo muy definido y difícil de captar o copiar para cualquier mente humana. De hecho, las dos historias suyas que tiene anime, los diseños no son muy logrados al original de Tanemura y, las historias de relleno o cambiadas dejan mucho que desear.
Cuando ya estábamos cerca...
-¡Manu, Manu, mira! -chilló Karen- Es tu amiga, la chica aquella que se fue a Japón.
Y miré a ver.
Karen tenía razón. Mireia estaba allí sentada firmando ilustraciones a todas las personas que iban a verla. Ella era la artista invitada. Estaba preciosa, con su cabellera pelirroja y ondulada, como siempre, sus labios rojos y sus ojos azules. Mireia se fue a Japón a probar suerte y, tenía entendido que había conseguido vivir del manga, aunque no sabía si habían llegado a España sus cómics. Dibujaba muy bien.
Cuando llegó, por fin, nuestro turno, Mireia se levantó de la silla y nos abrazó a cada uno de los tres por separado; el mío fue el más largo.
-¿Cómo estáis? -preguntó con aquella vocecilla dulce tan suya.
-Muy bien, aunque te echamos todos de menos -le respondí.
La pobre se echó a llorar.
-Yo también os echo mucho de menos. En cuanto pueda, me vuelvo a España.
Y continuamos hablando después de que nos firmara su precioso dibujo de un ángel. La gente pasaba a nuestro lado mirando con interés el que conozcamos a la famosa en cuestión y, algunos nos preguntaban. Karen estaba en su sitio, le encantaba ser el centro de atención: Millo, por su parte, estaba de lo más patoso. Y... con una triste despedida, el día terminó.
Karen, Millo y yo volvimos en casa en tren. Cuando llegamos a la estación, cada uno tiró hacía su propio hogar. Una vez allí, guardé mis nuevas pertenencias en las estanterías, guardé como oro en paño, la ilustración de Mireia, me puse el pijama y me metí en la cama.
A la mañana siguiente, me despertó el móvil. Una llamada, de Karen. ¿Qué querrá ahora?
-¡¿Se puede saber dónde estás?! -comenzó antes de que pudiera decir <<¿Diga?>>- ¡Llevamos una hora esperándote en la estación, merluzo!
¿Cómo que una hora esperando en la estación? ¿Para qué? No habíamos dicho de volver hoy al Salón del Manga. No entendía nada. Karen colgó. Me desperecé en la cama, me levanté soñoliento, fui al baño y me di una ducha rápida. Cuando salí, solo me dio tiempo a ponerme la toalla alrededor de la cintura y corrí, con cuidado de no resbalarme, al interfono; alguien llamaba desesperadamente.
-¿Quién es? -pregunté molesto.
Pero no contestó nadie. Alguien ya había entrado, así que colgué el telefonillo y, cuando viré sobre mis talones, aporrearon a la puerta. Cuando la abrí, descubrí la cara enfadada de Karen con su uniforme de guerrera de la luna y millo con entrecejo fruncido y su cutre disfraz de Calimero.
-¿Qué hacéis así vestidos? ¿Qué os habéis metido así en la cama?
-Muy gracioso -comentó Millo con su voz despreocupada-. Suerte que dijimos a las ocho que si no...
Esa frase me sonaba de algo. ¿No fue la que usó él mismo ayer por la mañana en la estación cuando llegué tarde?
-¡¡¡Exacto, a las ocho, DIJIMOS A LAS OCHO!!! -estalló Karen.
-¿A las ocho para qué? -comencé yo- ¿Es qué habíamos quedado con alguien? ¿Con Mireia tal vez?
Ambos se extrañaron de que dijera aquel nombre. A mi no me lo parecía tanto, ayer por la tarde estuvimos con ella en su firma especial del evento del día.
-No sé que tiene que ver ella en esto, pero hoy es el día del Salón del manga y dijimos que iríamos -arguyó Karen de mal talante-. Así que déjate de tonterías, vístete y andando.
Ahora si que estaba desconcertado. Aquello no tenía sentido, ni pies ni cabeza. ¿Cómo que hoy es el día? Pero, si fue ayer? Me estaban tomando el pelo, eso seguro.
-Basta de bromas chicos -les dije-. Fue ayer cuando fuimos y Mireia era la famosa invitada de este año.
Los dos me miraron con cara de preocupación. Fue Millo quien cogió mi móvil, me lo entregó y dijo:
-Mira la fecha de hoy.
Le hice caso. Abrí el calendario y me quedé atónito. Aquello no podía ser. Según el calendario, hoy era sábado 30 de octubre. Pero si aquello fue ayer, estaba completamente seguro. Entonces, ¿qué pasaba allí realmente?
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